Bonito artículo de una loiolatarra respecto al día de San Sebastián:
EN EL DÍA MÁS GRANDE
Soy donostiarra sin estridencias. Siempre he creído ser consciente de las cosas buenas y las menos buenas que tenemos en esta ciudad. Pero, cuando llega la noche del 19, no sé explicaros por qué, me coloco el gorro de cocinera, cojo los palillos y el tambor y me pongo a dar saltos al son de la música de Sarriegui hasta que el cuerpo aguante.
Durante años he vivido la fiesta con mis padres en el barrio de Loiola esperando que dieran las doce para ver salir a la Loyolatarra, en esa abarrotada Plaza de la Constitución o en la calle Sicilia de Barcelona en la época de estudiante, más tarde en Gasteiz y, de nuevo, en Donosti con esos amigos que siempre se han reído de que alguien tan descreído como yo haya sido capaz de querer y llorar tanto un día como este.
Y es que tiene mucho de especial.¿Acaso conocéis alguna otra fiesta en la que durante 24 largas horas esté el personal palillo en mano dando al tambor o escuchando como otros hacen lo mismo mientras el resto bailamos pertrechados en unos gorros de cocinero de papel que, si el tiempo no mejora, tendrán poco futuro?
No sé de quien es el mérito. Si de la música, de esos señores disfrazados de Napoleón o de que es nuestra fiesta y la llevamos muy dentro.
Porque. ¿vas a comparar nuestros tambores con los de Calanda aunque redoblen con más ruido?
Como en el chiste: la de ellos puede que sea bonita pero, la nuestra. ¡es la mejor!
Lurdes Ubetagoyena
Diario Vasco - 20-01-2013
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