Año tras año, a partir del mes de mayo y hasta que finaliza el verano, las caravanas de los feriantes se instalan en el parking disuasorio situado bajo la Variante y que sirve como frontera entre Riberas y Loiola. Durante su estancia, tanto el recinto de estacionamiento como sus proximidades se convierten en un almacén de residuos. Zapatos viejos, calcetines, juguetes rotos, latas, botellas y un sinfín de bolsas de plástico tiradas por el suelo que no ayudan a que mejore el aspecto de una zona ya de por sí “bastante olvidada”.
Los vecinos de Loiola y, sobre todo los de Ciudad Jardín, que es el punto del barrio más cercano al parking, del que están separados por unas canchas deportivas, sufren cada verano las acampadas de los feriantes y sus consecuencias. Estos nómadas de los festejos tienen el permiso del Ayuntamiento de Donostia para estacionar aquí sus caravanas y, además, poseen puntos de agua y luz, por los que pagan. Lo que indigna a los habitantes de Loiola, entre otras cosas, es la “falta de higiene” y la “poca consideración” que muestran los feriantes con los loiolatarras.
“Todo comienza en enero, con las fiestas de El Antiguo”, aunque lo sufren más en verano, “cuando se celebran la mayoría de las fiestas de los diferentes barrios de Donostia”, explica el vicepresidente de la Asociación de Vecinos de Loiola (Urumea Ibaia), Javier Alonso, quien asegura que “tras la Semana Grande la mayoría de ellos se marcha, aunque algunos siguen hasta octubre, cuando finalizan las fiestas de Martutene”. Según Alonso, la cantidad de basura que acumulan los feriantes más los zarzales que rodean el parking han convertido la zona en “un nido de ratas”.
Además de la suciedad que producen, los feriantes no se limitan a estacionar sus caravanas, sino que acampan en el parking disuasorio de Loiola, actividad que, por ejemplo, está prohibida en el aparcamiento de Berio, acondicionado expresamente para caravanas. Muchos sacan a la calle electrodomésticos o tenderetes y algunos los colocan en el camino-bidegorri que atraviesa el área de aparcamiento, hundido en la actualidad por el peso de algunos remolques, obstaculizando así tanto el paso de peatones como el de ciclistas. Alonso reconoce que, pese al aspecto que presenta, “este año quizás la zona está algo mejor” porque, después de que lo pidieran con insistencia desde la asociación vecinal, “se han instalado un par de baños para los feriantes”.
“INACEPTABLE” De todos modos, él y y los demás loiolatarras sostienen que esta situación, por la que llevan luchando desde “hace mucho tiempo”, es “inaceptable”. “Hace tres años, Odón Elorza nos comentó que estaban buscando una alternativa a todo esto y citó a Illunbe como posible destino para los feriantes, pero aquí siguen, porque esta zona es más céntrica”, sostiene Alonso, que, a su vez, tiene claro que las personas que pasean por el lado de Riberas de Loiola no son conscientes de lo que sucede dentro del parking, y que son solo ellos los que padecen ese estado insalubre: “Tienes la sensación de pasar por un arrabal y esto ya viene de lejos, ya que cuando no existía el parking se colocaban en la zona deportiva”.
Este loiolatarra se ampara también en el “mal uso” que se está dando al parking disuasorio en el que ni está señalizada la separación de los carriles ni hay pasos de cebra para atravesarlo: “Supuestamente, este tipo de aparcamientos se hacen con la intención de que la gente estacione en ellos sus vehículos y se desplace al centro de la ciudad en los transportes públicos, por lo que si lo ocupan los feriantes pierde su finalidad”. Además, esta tesitura coincide con la instalación de la OTA en Riberas, que se une a los problemas de aparcamiento que existen en Loiola. “Este parking ha pasado de estar infrautilizado a estar lleno todos los días”, afirma Alonso.
Según un componente de su asociación, que también colabora en el comité de Fiestas de Loiola, existe una normativa que “obliga a cada barrio a buscar un lugar para sus feriantes”, aunque todos los que acuden a Donostia se ubican en Loiola. “No tenemos nada en contra de los feriantes e incluso hablamos con algunos porque, después de tanto tiempo aquí, les conocemos, pero esto no tiene que ser el estercolero de la ciudad”, insiste Alonso.
Tras recibir promesas de todo tipo, como la de limpiar toda la maleza que rodea la zona deportiva, los loiolatarras siguen esperando, aunque confían en que con el proyecto para reurbanizar Ciudad Jardín, que “se va a aprobar a finales de año”, el barrio tome otro aspecto. Y es que dentro del plan urbanístico entra la ampliación de la casa de cultura, una desviación de la carretera para crear nuevos espacios deportivos y peatonales, una gran plaza, un edificio de equipamientos para los vecinos y seis nuevos bloques con 260 viviendas que se situaran en los solares cercanos al parking disuasorio.
AÑOS DE LUCHA El vicepresidente de Urumea Ibaia cree que si se lleva a cabo este proyecto, muchos de los problemas de Loiola desaparecerán, por lo que “tantos años de lucha servirían de algo”. Para él, “este es uno de los puntos negros de Donostia, una zona muy sombría en la que no hay casi farolas y este plan urbanístico le daría otra vida al barrio”. Recuerda que poco a poco han ido consiguiendo “algunas cosillas”, como la instalación de farolas o de bancos, pero, a su vez, lamenta que Ciudad Jardín no tenga ni aceras ni alcantarillado, lo que tradicionalmente ha desencadenado en continuas inundaciones, a las que se dio solución colocando un parche de asfalto para allanar el terreno donde se concentraba el agua.
Por otro lado, tras cuatro años, la guerra del topo sigue abierta. “El Gobierno Vasco paró la obra hace dos años y medio por falta de dinero. Lo curioso es que este trabajo cuesta 20 millones de euros y destinan 350 al año para el Tren de Alta Velocidad”, asegura Alonso. Así pues, si algo tiene Loiola, además de los feriantes y los zarzales de Ciudad Jardín, son varios frentes abiertos que no permiten bajar la guardia a sus vecinos.
LAS DENUNCIAS
Parking. Un aparcamiento disuasorio que ha perdido su razón de ser. Infrautilizado antaño, los feriantes durante el verano y la OTA de Riberas han terminado por colmar de vehículos que apenas rotan.
Ni aceras ni alcantarillado. La zona de Ciudad Jardín carece de estas estructuras, por lo que, en época de lluvias, las inundaciones suelen ser habituales. Los servicios municipales ponen en marcha soluciones muy provisionales, como el parche de asfalto de una de las imágenes que acompañan esta información.
Algunos logros. Con sus reivindicaciones, los vecinos ya han logrado “algunas cosillas”, como la instalación de farolas o bancos.
UN REPORTAJE DE JON PEJENAUTE FOTOGRAFÍA IKER AZURMENDI - Domingo, 24 de Agosto de 2014 - NOTICIAS DE GIPUZKOA
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