Entrevista al esquiador loiolatarra Jon Santacana publicada en Noticias de Gipuzkoa:
"Me atrevo con todo"
El esquiador llega a la cita con este periódico vestido con una sudadera de triatlón. "Por ahora no voy a disputar ninguno porque en la piscina me falta mucho entrenamiento, pero no lo descarto en un futuro", aclara. Lo más probable es que lo acabe disputando, si se tiene en cuenta que ha hecho el Camino de Santiago en bici y que está planeando seriamente hacer la Titan Desert. Debido a la enfermedad de Stargardt, Santacana apenas ve, pero eso no le impide hacer prácticamente nada porque no le gusta ponerse límites. "Soy muy atrevido, quizás demasiado, y a veces me llevo sustos". Por ahora se dedica en cuerpo y alma al esquí, donde es uno de los mejores del mundo, si no el mejor.
¿Lleva la cuenta de todas sus medallas y éxitos deportivos?
El palmarés de los Mundiales y los Juegos Olímpicos sí lo tengo en cuenta, pero el de otras competiciones no. Llevo compitiendo desde el año 2000. Son muchos años y muchas carreras y te guardas recuerdos concretos.
Su próximo reto son los Juegos de Sochi, en 2014.
Parece que queda mucho, pero llega enseguida. Y más si, como espero, hacemos una pretemporada completa, empezando en junio. Entre concentraciones y competiciones, el tiempo se pasa volando.
Acaba de visitar las instalaciones de Sochi, ¿qué le han parecido?
La pista nos ha gustado, combina zonas medianamente llanas con muros bastante pronunciados. A ver cuál es la climatología porque son montañas cercanas al mar y las temperaturas altas pueden provocar problemas en la nieve.
Su vida deportiva gira en torno a los Juegos Olímpicos. Repasemos sus tres participaciones. La primera, Salt Lake City en 2002.
Llevaba poco compitiendo y llegué allí muy bien sin saber dónde estaba. Pero en esos momentos estábamos esquiando a buen nivel, lo hicimos bien y nos llevamos un oro y dos bronces.
A Torino 2006 llegó lesionado.
Me rompí la tibia y el peroné dos meses antes y solo disputé una prueba. No fueron unos Juegos en condiciones, aunque ser abanderado y el haberme sobrepuesto a la lesión me hizo madurar y aprender muchísimo de esquí y de sacrificio.
Los de Vancouver 2010 han sido hasta ahora los mejores.
Llegué con una mayor madurez deportiva. Ganamos un oro y dos platas, que está muy bien. Y los próximos espero que sean los mejores, porque ahora mismo es el momento que mejor me siento a nivel de experiencia, madurez y físico.
¿Ya tiene planificada la temporada de cara a Sochi 2014?
Una buena pretemporada comienza en mayo con la preparación física. Nuestra intención es empezar a esquiar en junio con alguna concentración en los glaciares de Europa. En agosto y septiembre nos solemos ir unas tres o cuatro semanas a Sudamérica. Son entrenamientos de bastante calidad, porque estás entrenando en condiciones de invierno. Este año puede que hagamos una gira por Australia y Nueva Zelanda, que van a alojar algunas competiciones de la Copa del Mundo. Luego volvemos a Europa y a partir de diciembre, dependiendo un poco de las competiciones, ir alternando competiciones y entrenamientos.
¿Qué supone el esquí para usted?
Es mi vida, sobre todo desde que me dedico exclusivamente, ahora que no compagino con estudios. Es muy difícil compatibilizar. Desde que crearon el plan ADO he tenido becas que me han permitido dedicarme completamente, el esquí es mi profesión.
Si no lograra resultados tan buenos, ¿seguiría?
Seguramente lo habría tenido que dejar. Lo que te hace continuar es la ilusión, pero necesitamos una beca para poder sobrevivir económicamente, y para que nos den una beca tenemos que estar entre los tres mejores del mundo. Es una presión que tienes que saber negociar.
¿Cuándo empezó a esquiar?
Con diez años. Íbamos al Pirineo Francés. Había tradición en mi familia, un día me puse mis primeros esquís y vi que me gustaba mucho.
¿Cuándo le descubrieron la enfermedad de Stargardt?
Entre los ocho y diez años, porque tardó bastante en diagnosticarse. No es una cosa común y pasé por varios médicos.
He leído en una entrevista anterior que no tiene recuerdos claros de cómo veía antes de los ocho años.
Como es algo que lo vives a diario, yo no me acuerdo cómo veía a los ocho años. Vas adaptándote y encontrando trucos o estrategias para sobreponerte, al final eres un niño y vas aprendiendo. No me acuerdo exactamente de cómo veía a los ocho años, pero sí que tengo cuadernos de esa época y veía las letras que escribía, ahora no. Un día estaba jugando con mi padre a leer matrículas de coches y le dije que no veía. Como mis padres tienen miopía, me llevaron al médico pensando que sería eso. Ahí empezó todo.
¿Cómo fueron sus primeros pasos en el esquí?
Normales, como ahora es normal para mí salir a correr. Para ese momento ya me había adaptado a mis limitaciones en la visión. Mi padre iba delante. Al final es adaptación. El esquí me gustó desde el principio, es un deporte en el que sacas mucha información de tu cuerpo, a veces se hacen ejercicios de esquiar con los ojos cerrados porque es muy de sensibilidad sobre la nieve.
Me imagino que la adolescencia en el colegio no sería fácil para usted.
Son edades muy malas, crueles incluso. En los últimos Mundiales conocía a dos niñas que también tienen la enfermedad de Stargardt y lo están pasando mal. A esa edad es muy difícil asumir lo que te está pasando, me acuerdo que intentaba pasar desapercibido. Ahora la sensibilidad es mayor. Hacemos charlas con niños y son súper absorbentes, ven las cosas con más normalidad.
¿Cuándo dejó el esquí de ser una afición para usted?
Esquiaba por placer y en una revista vi un artículo de una chica que había estado en los Juegos de Nagano (1998) y vi que existía esquí adaptado. Me puse en contacto con el equipo nacional y fui a una concentración. Allí me presentaron a mi primer guía y así empezó todo. Disputé unos Campeonatos de España, fui entrenando por mi cuenta y en el año 2000 entré en el equipo.
¿Cómo sienta ser el mejor?
Se me pasa rápido cuando gano. La gente me pregunta dónde guardo las medallas, y yo les digo que en un cajón metidas. No las tengo expuestas. Disfruto del proceso, de cuando llegamos a meta y me dicen el resultado. Ganar es una satisfacción por el trabajo previo.
¿Hasta cuándo planea seguir compitiendo?
Estoy en uno de mis mejores momentos y los Juegos están a un año vista. Después no sé qué pasará, pero me veo capaz de seguir un ciclo más. Si estoy bien ahora, por qué no voy a estarlo dentro de cuatro años. Lo valoraré con calma.
Al margen del esquí, busca continuamente nuevos retos. Hizo el camino de Santiago.
Sí, lo hice en mi bici con la compañía de mi guía, Miguel Galindo, y otras dos personas. ¡Solo me caí una vez! Evitamos las zonas de carretera, claro. Hicimos 100 kilómetros o más diarios. Voy buscando retos, el siguiente es hacer el año que viene la Titan Desert. Me va a costar convencer a Miguel. Necesito ir buscando cosas, objetivos, cuando pasen los Juegos me dará el bajón. Siempre he intentado hacer hasta más de lo que puedo. También he hecho surf. No ves la ola, pero la notas, no sé cómo explicarlo. Algunos me dicen a ver si estoy loco. Me atrevo con todo. Ha habido carreras o entrenamientos que no sé ni cómo lo he hecho porque casi ni veía a Miguel.
¿Se siente un ejemplo?
No me siento un ejemplo, pero me gusta si puedo ayudar en algo, muchas veces hemos hecho charlas en colegios y me encanta que puedan aprender valores de esfuerzo y superación. Los niños te preguntan de todo, es muy divertido. La pregunta del millón es cómo ves. Cada día aprendes y te adaptas. Si pierdo algo de agudeza visual, me voy adaptando. Desde los 18 años vivo fuera de casa y no tengo ningún problema. Hay ciertas cosas con las que tengo cuidado. Por ejemplo, soy muy ordenado y por las noches en la calle tengo que tener cuidado, porque la cantidad de luz es un tema que me afecta. Nunca he andado con bastón. Cada uno se pone sus limitaciones.
Nestor Rodríguez - Noticias de Gipuzkoa 2013-05-01
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