lunes, 12 de diciembre de 2016

LA PARROQUIA DE LOIOLA REJUVENECE

LA PARROQUIA DE LOIOLA REJUVENECE



La parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Loiola ha vuelto a renovar su equipo pastoral. Hace un año Josep Vives tomó el relevo a Iñaki Benito y desde hace escasos dos meses José Aurelio Jiménez también se ha sumado al equipo. Dos curas jóvenes, con ilusión y con muchas ganas, con Esteban Munilla a la cabeza, quien lleva cinco años en Loiola, desde que desembarcara en 2011. Antes, el párroco Jesús Mari Zabaleta había reemplazado a Fernando Garijo tras más de cuatro decenios a sus espaldas en Loiola.
En estos cinco años Esteban Munilla ha modernizado la iglesia loiolatarra. Ahora la parroquia está en las redes sociales. Lo está en Twitter, en Facebook o en YouTube. Ha implantado un sistema de monitoreo para poder leer las letras de las canciones en pantalla durante las misas e incluso se ha instalado un ascensor a los pisos de arriba de la parroquia. Esteban, que vive en el barrio, lleva las riendas de las parroquias de Loiola, Martutene y San José (Carmelo). «Loiola es un barrio excelente y sus gentes son magníficas. Es una lástima no estar todo lo que a uno le gustaría estar», lamenta, pues su frenética agenda le lleva de un sitio para otro todo el día. De ahí a que Josep y José Aurelio hayan sido destinados al barrio para apoyar.
Josep nació en el barrio del Ensanche de Barcelona en el seno de una familia muy cristiana. Es el quinto de nueve hermanos y estudió en el colegio Xaloc, en el barrio El Gornal. «Desde siempre, la tradición religiosa ha estado muy presente en casa. A lo largo del día teníamos nuestros momentos de oración: por la mañana, por la noche, el rezo del Rosario juntos, la bendición de la mesa y las gracias después... La religión en mi casa ha sido siempre algo muy natural y espontáneo. Los domingos íbamos toda la familia a la iglesia. Incluso los sábados nos juntábamos con otras familias cristianas». A Josep la vocación le viene desde pequeño. Su tío era sacerdote y su tía monja, hecho que le influyó. «La vocación la tuve desde pequeño, la llevaba dentro. En mi entorno hubo sacerdotes muy buenos. Les admiraba mucho y yo quería ser como ellos» relata Josep. Durante la adolescencia tuvo algunas dudas de hacia dónde tirar, pero finalmente tras reflexionar y meditar descubrió «el gran amor que Dios tiene hacia nosotros y pensé que ojalá los demás también pudieran conocerlo. Ahí revivió el deseo de darlo a conocer y con 18 años tomé la decisión de meterme al seminario de la Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón». A los 25 años le ordenaron sacerdote y le enviaron a Loiola, donde en verano cumplió su primer año como cura.
José Aurelio nació en Mairena del Alcor, Sevilla. Allí creció y vivió su juventud, «no en un contexto especialmente religioso pero sí en torno a la parroquia, en el ambiente. Con 18 años, edad en la que había que decidir el futuro a medio plazo, ya andaba dándole vueltas a lo de ser cura. Fue entonces cuando supe que el Señor me quería sacerdote para que a nadie le falte la presencia de Dios, no al menos por falta de manos que le lleven», explica. Entonces decide marchar al seminario de Toledo, donde hace los seis cursos de estudio y se ordena sacerdote con 24 años. «Mi primer destino fueron dos pueblos en la provincia de Cáceres: Peraleda de San Román y Garbín, donde estuve un año», recuerda. Después estuvo en las parroquias de Robledo del Mazo y Piedraescrita, en la provincia de Toledo. A continuación se licenció en Teología Dogmática en la Universidad de Navarra en Pamplona. De vuelta en Toledo estuvo diez años formando en el seminario, a Josep entre otros, hasta que en septiembre fue destinado a Loiola, donde se reencontró con su alumno.
Aprenden euskera
Josep y José Aurelio son muy activos. Ambos están aprendiendo euskera. Josep, además de en la parroquia, tomó el relevo a Esteban como consiliario de la Adoración Nocturna. José Aurelio, por su parte, se perfila como profesor de cristología en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas Pío XII de San Sebastián.
La opinión de ambos sacerdotes respecto a Loiola es muy positiva. «Aquí la gente es realmente buena y amable y es siempre un gusto encontrarte con gente así», admiten. «La gente te saluda y se para por la calle. Hay muchos niños en catequesis», dicen. José Aurelio reconoce que «es la primera vez que estoy en una parroquia tan grande», ya que viene de pueblos muy pequeños, pero la impresión «es positiva». Ven Loiola como un pueblo dentro de San Sebastián, «donde todo el mundo se conoce», han percibido rápidamente. Las misas se celebran de lunes a viernes a las 18.30 en Loiola y 19.30 en Martutene, sábados a las 19.30 en Loiola y 18.30 en Martutene y los domingos a las 11.30 en Loiola y 12.30 en Martutene.

Iñaki Miguel Camio - Diario Vasco 09-12-2016


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