"LOIOLA MUESTRA SU NUEVA CARA"
Encajonada entre el río, la carretera a Hernani y la trinchera ferroviaria,
Loiola ha vivido encerrada en un triángulo desde hace décadas. La construcción
de la nueva estación del Topo ha permitido transformar el entorno de forma
significativa gracias a un viaducto ferroviario que permeabiliza las
circulaciones bajo las vías. El barrio comienza a notar ya el cambio, con un
ojo puesto en la próxima transformación que llegará a partir del año que viene
con la reforma de la travesía (antigua carretera Donostia-Hernani) que se
pretende convertir en un boulevard urbano.
Han sido años de ruido, polvo, parones, modificaciones y retrasos, pero por
fin las obras de la estación de Euskotren llegan a su fin con la reurbanización
de 10.000 m2 bajo las vías, que a buen seguro va a cambiar la vida del barrio.
La consejera de Infraestrusturas del Gobierno Vascio, Arantza Tapia, indicó que
se trata de una obra, realizada junto a los vecinos, de la que «nos sentimos
especialmente orgullosos» dado que «el ferrocarril ejerce de elemento
transformador y regenerador urbanístico».
El proyecto, firmado por los equipos Lamela-Vaumm, ha hecho realidad la
materialización de una 'estación-puente' sobre la calzada que ha permitido
liberar un gran espacio entorno a la estación gracias a la transformación de la
antigua trinchera ferroviaria en un viaducto. Las vías vuelan en dirección al
río sobre una plataforma apoyada en parejas de pilares, lo que permite las
circulaciones peatonales, ciclistas y rodadas por debajo. E antiguo talud
ferroviario era una gran barrera urbana, un muro infranqueable salvo por sus
extremos, que impedía la continuidad entre Loiola y Ciudad Jardín.
La calle-salón
cubierta bajo las vías permite instalar terrazas, kioskos, mercados o
desarrollar actividades
Arana (PNV): «La
travesía tendrá tres carriles, no dos, y cambiaremos el paso de peatones bajo
la estación»
La nueva urbanización libera totalmente la calle Urbía y facilita la máxima
conectividad entre los dos lados del viaducto. El nuevo espacio bajo las vías
permite una permeabilización no solo transversal sino longitudinal (en sentido
de las vías), al dar lugar a un espacio público abierto, con zonas verdes,
zonas de estancia, de juego y «zonas de oportunidad», según indica la memoria
del proyecto, «en las que se podrían desarrollar actividades comerciales,
puntuales o de ocio». Hay que recordar que en el proyecto inicial, las parejas
de pilares que sostenían la plataforma ferroviaria dejaban un espacio libre
entre ellos de 1,7 metros. La modificación a la que se sometió el proyecto hizo
que los pilares tuvieran un espacio libre entre si de 6,25 metros, lo que anula
el efecto barrera en sentido longitudinal. De esta forma, el trazado bajo las
vías convierte este espacio en una especie de «calle-salón» cubierta que podría
ser ocupada por «ferias comerciales temporales», al estilo de lo que ocurre en
capitales como París (mercado de Barbes, bajo la línea 2 de Metro). Con la
apertura total de este ámbito se busca generar «un espacio de referencia» para
el todo el barrio, idóneo para realizar todo tipo de actividades.
Hoy se ha decidido utilizar tres tramos bajo las vías para colocar juegos
infantiles, bancos y luminarias, algo que se ve con gran expectación por parte
de las familias que, por fin, van a poder contar con un espacio para estar con
los niños a resguardo de la lluvia en invierno y del sol en verano. Pero las
posibilidades de este gran espacio se multiplican ya que se podrían colocar
«puestos o quioscos livianos y transitorios en donde poder desarrollar usos y
actividades complementarias al paseo, como cafeterías, puestos de venta o
exposiciones temporales», recoge el proyecto.
La liberación del espacio bajo las vía permitirá una mejora de las
circulaciones, tanto las rodadas como ciclistas, ya que se conectan los
trazados de la travesía con Sierra de Aralar y el bidegorri que discurre junto
al río. La eliminación del antiguo talud ferroviario supone, además, una
oportunidad de regeneración urbana de una zona sombría y oculta hasta la fecha
-«los locales de la planta baja parecían cuevas», nos dicen los vecinos-.
Nuevas
actividades
Los redactores del proyecto están convencidos de que la creación de un
nuevo espacio público urbano hará que los locales en planta baja puedan
disponer de nuevos accesos por la fachada, lo que facilitará la promoción de
«nuevas actividades comerciales», que a su vez harán de «motor de una
regeneración urbana cuyo germen podría iniciarse en el entorno de la nueva
estación, pero podría extenderse y catalizarse a todo el barrio». La memoria
del proyecto destaca, igualmente, que las amplias zonas cubiertas con
aparcamiento para bicicletas «facilitarán la intermodalidad» (ferroviaria,
peatonal y ciclista) y «una reducción del vehículo privado». Apunta, incluso,
que la zona cubierta es «apta» para la colocación de una estación del servicio
público de préstamo de bicicletas Dbizi.
En la actualidad, los operarios están llevando a cabo los últimos remates
de la urbanización. Los jardineros se afanan en dejar a punto las zonas verdes,
con la colocación de todas las especies vegetales previstas. A uno y otro lado
del vial de la calle Urbía (la zona más próxima a Ciudad Jardín) se han
plantado cerezos, a un lado, y esta misma especie y liquidámbar, por el otro. A
modo de transición entre el viaducto y el bloque de viviendas se ha plantado en
los nuevos parterres césped rústico y árboles ornamentales de hoja caduca. En
las zonas ajardinadas más soleadas colocadas alrededor de la explanada que da
acceso a la estación se ha pensado en «praderas de césped floridas multicolor»,
con ejemplares de fresno. En la zona más al sur se han colocado cedros y
abedules para que hagan de pantalla acústica y visual frente a la carretera.
Finalmente, en la transición entre la estación y el colegio La Salle se han
plantado también abedules.
Amplia
explanada
La plazoleta de acceso a la estación se plantea como un amplio espacio
urbano, una explanada despejada y flanqueada en sus bordes perimetrales por
parterres y bancos. Es un área tan grande que a muchos vecinos les sorprende su
amplitud hasta el punto de considerarla excesiva. La superficie peatonal se
extiende por la travesía hasta el otro lado de la carretera, de tal forma que
en la actualidad la acera y la calzada están situadas al mismo nivel, lo que
genera una extraña sensación de inseguridad a muchos vecinos cuyos hijos deben
atravesar este punto para dirigirse al colegio.
La concejala de Movilidad, Pilar Arana (PNV), indicó que el diseño de esta
zona es consecuencia del proceso de participación que llevó a cabo el
Ayuntamiento para definir la boulevarización de la travesía de Loiola pero «no
tiene el visto bueno del Departamento de Movilidad», que no está de acuerdo con
este paso de peatones a nivel con limitación de velocidad a 10 km/h para los
vehículos. «Lo modificaremos en el proyecto de Boulevarización de la Travesía,
donde además vamos a plantear que en vez de dos carriles (uno por sentido) la
calzada tenga tres (uno sentido Martutene y dos en sentido Riberas) porque los
desarrollos de Txomin Enea, Antzita y Ciudad Jardín requerirán más capacidad
para este eje viario. Y, además, plantearemos que el paso de peatones bajo la
estación no sea a nivel, tenga escalón y esté semaforizado».
Aingeru Munguía, Diario Vasco, 29-10-2017
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