sábado, 2 de noviembre de 2013

JON SANTACANA: EL ÉXITO A TIENTAS

EL ÉXITO A TIENTAS
Jon Santacana (Loiola, 1980)
Esquiador paralímpico
Excursiones a la nieve en la autocaravana

He aquí dos hombres que se tiran por una pista de esquí a velocidades mayores de lo que puede concebir la adrenalina. El de delante se llama Miguel Galindo y ve como cualquiera.Aprecia las banderas que tiene que salvar, el desnivel de cada punto, los matices de la calidad de la nieve que tienen que pisar sus esquís. Atrás, a unos metros, vuela otro hombre ajeno a la blancura cegadora de la pista. Se llama Jon Santacana (SanSebastián, 1980) y si mira de frente a un autobús a cuatro metros tal vez no lo vea. Jon sigue a Miguel con una confianza ciega en el sentido más literal de la expresión.Se comunican con un sistema de micrófonos por ‘bluetooth’ por el que Miguel le canta el trazado que viene, como un copiloto de rally.A veces, de pronto, en el fragor de la bajada, entre curvas y cambios salvajes de rasante, Jon pierde a su compañero... Entonces cumple como puede con las instrucciones que le acaba de dar: «Es fuerte. Es como entrar en una habitación a tientas... Pero a 120 kilómetros por hora».
En la vibración extrema de la carrera, Santacana es uno de los mejores de la historia.El esquiador ha ganado dos oros, dos platas y dos bronces en los últimos dos juegos paralímpicos y seis oros en los últimos dos campeonatos del mundo. Vive de su beca como deportista.
«Es cierto que cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana». Cuando perdió la mayor parte de la vista con 8 años, sus padres compraron una autocaravana y comenzaron a hacer excursiones.En invierno, iban a la nieve.«Esquiaba de manera autodidacta». Después leyó un artículo sobre una esquiadora paralímpica y el resto es trabajo y medallas, rematados este año con la rotura del tendón de aquiles izquierdo y la esperanza de volver a la pista en febrero.
Da los consejos justos: «Hay problemas más o menos graves. El más grave es morirse, los demás son relativos». A su vida actual le haría pocos retoques. «Soy absolutamente feliz, no cambiaría nada por recobrar la vista. No sigo los avances médicos, ni las noticias sobre los remedios.Estoy satisfecho, no me preocupa».
Francisco Apaolaza - Diario Vasco - 01-11-2013

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