Anteayer quedaba oficialmente abierta la exposición del
fotógrafo Giuliano Mezzacasa, que lleva como nombre 'El Urumea desde
Fagollaga hasta su desembocadura'. El fotógrafo, de origen italiano,
pero afincado en San Sebastián desde 1968, lleva años recorriendo y
observando el Urumea con su cámara fotográfica. Como él dice, la
exposición recoge «fragmentos de vida que la cámara ilusoriamente
detiene para nuestros ojos».
Las cincuenta y ocho fotografías son exhibidas de manera
audiovisual en la sala de exposiciones de la Casa de Cultura. Un cañón
de vídeo proyecta las imágenes con música de Tete Montoliu de fondo, y
comentarios a pie de foto a cargo del fotógrafo; todo ello editado por
Xabier Erkizia. Además, junto a la exposición, se puede leer la obra
Nuestro Río del poeta Jorge González Aranguren, que dice que «nuestro
Urumea -y digo 'nuestro' porque está adherido a la piel y a la historia
de los guipuzcoanos-, tiene un origen oscuro y humilde, conocedor de que
su viaje, el camino, febril o despacioso, hacia su fin: la densa mar
que le hará olvidarse de su sueño, será muy breve. Pero, ¿quién podría
medir la rapidez, la lentitud o la prisa de cualquier río, su ímpetu
propio o su pereza?».
La exposición de Giuliano Mezzacasa recoge algunas
fotografías reseñables desde los años setenta hasta la actualidad. Como
es el caso de la zona de Fagollaga a Hernani, donde todavía podemos
apreciar un relativo estado virgen del río. «También a su paso por
Martutene, detrás de la cárcel ó Txomin, el río muestra un aspecto
virgen, salvaje. digno de contemplar», afirma el fotógrafo.
Arquitectura-industrial
«Entre Astigarraga y Martuene los invernaderos convierten
la vega del Urumea en la huerta de Donostialdea. La vegetación de ambas
orillas nos puede hacer pensar en un 'Amazonas Txiki'. Es una delicia
recorrer en piragua este tramo; los remeros que desde Donostia remontan
hasta esta zona seguramente encuentran en este lugar la compensación a
su esfuerzo», asegura Mezzacasa. A través de esta serie fotográfica se
puede contemplar cómo el paisaje del río va cambiando a su paso por
Hernani, Martutene o Loiola.
Giuliano afirma que «en la asignatura de conservación de
elementos de arquitectura industrial estamos fallando repetidamente. Ha
desaparecido prácticamente todo rastro de la actividad industrial que
fue importante en la vida y desarrollo de la ciudad». Se refiere al
recién derribado silo-tolva que yacía junto a Ur-Kirolak. «El paseo que
se ha construido podía haber rodeado fácilmente el edificio, y mantener
así una joya arquitectónica con posibilidad de conversión en centro de
información sobre el río, y así continuar de otra forma su relación con
el medio que fue su razón de ser».
El silo-tolva servía para el almacenamiento de la arena
recogida río abajo por los areneros de la época. Varias fotografías
también muestran el río a su paso por Riberas de Loiola. «La ciudad
avanza apropiándose de las últimas tierras que antaño eran dominio del
río, y al doblar el último meandro ya nos aparece la ciudad asomando a
un río totalmente encauzado y urbanizado. Como testigo del pasado, el
puente de hierro demolido recientemente. Y como todo río, también el
Urumea, termina en el mar y aquí su encuentro con el Cantábrico»,
subtitula el fotógrafo Giuliano Mezzacassa.
Iñaki Miguel Camio - Diario Vasco - 10-05-2012
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